Por
lo general, se reconoce a Hestia como una de las más antiguas
personificaciones del hogar. Los narradores de mitos la hacen
descendiente de Rea y Cronos, es su hija mayor.
La diosa Hestia alcanza su
plena significación cuando su simbolismo se hace extenso al propio
centro de la tierra. En este sentido
afirman de la citada hija de Rea y Cronos que es la más fiel
personificación del fuego que arde en las entrañas más profundas de la
tierra, las cuales coinciden con su centro mismo.Una
leyenda que pasaba de generación en generación, mostraba a Delfos como
único centro del mundo. Y éste era el lugar ocupado por Hestia; había
sido el poderoso Zeus quien así lo determinara, pues las dos águilas que
lanzara desde el oriente y el occidente de la tierra se habían
encontrado precisamente en Delfos; por lo que, de este modo, quedaba
determinado el verdadero centro del mundo.
Ella protegía el fuego sagrado del hogar; por ello, algunas tradiciones,
la consideran también como diosa del fuego. El mismo nombre "hestia",
en griego, significa el lugar recóndito e íntimo del hogar en donde se
enciente el fuego en honor de los dioses que los antiguos denominaban
domésticos.
La misión más importante de una diosa como Hestia consiste en mantener
siempre avivado el fuego sagrado, ya que ello era símbolo de la
vitalidad y la fuerza que latía en los individuos y en las sociedades
antiguas. Si el fuego llegara a apagarse, algún mal irreparable les
sobrevendría.
Por todo ello, la custodia del fuego sagrado era una de las más arduas
cuestiones que podían plantearse los antiguos mortales. La diosa Hestia
tenía una gran responsabilidad y, para llevar a cabo, de manera
plenamente satisfactoria, su cometido, debería prescindir de ataduras y
pasiones. Esta debía mantenerse
virgen por encima de todo. Por ello, una y otra vez rechazaba con
energía a todos sus pretendientes, y eso que entre ellos se encontraban
deidades tan apuestas como Apolo y Poseidón. Lo curioso es que en todos
los escritos clásicos se dice que fue Zeus, precisamente, quien ayudó a
Hestia a mantenerse siempre virgen y pura. ¿Cómo sería eso posible?,
cuando se sabe que el rey del Olimpo era el más mujeriego y enamoradizo
de entre los dioses y los mortales. Sea como fuere, lo cierto es que la
citada diosa permaneció siempre "ávida de pureza" y mantuvo en todo
tiempo y lugar "la vida nutritiva sin ser fecundante" y nunca cometió
falta alguna de castidad.
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